Llegando a la estación del tren y después de haber sacado exitosamente las 10 maletas antes de que se cerraran las puertas, nos dirigimos a la la salida, que estaba en la plataforma de abajo. Fueron varios viajes de elevador para transportar las maletas, pero ya estábamos en la última estirada antes de poder descansar, no nos importaba. Los profesores y amigos que nos iban a llevar a nuestros departamentos ya nos estaban esperando (ya algo desesperados porque agarramos el tren 1 hora después de lo planeado). Fue una despedida exprés y cada quien emprendió su rumbo con quien le tocaba.
El primer comentario de mi roomie sobre mis maletas era que estaban muy pesadas. Pues sí.. intenta empacar para todo un año y dime qué tal te va; le dije. Pero bueno, él siendo japonés y viendo siempre primero la eficiencia, es normal que tengamos diferentes puntos de vista. Equis. Nos subimos al carro que impresionantemente no cedió ante el peso de las maletas (su carro es como un chevy cuadrado) y nos dirigimos por fin al departamento.
Nada me pudo preparar para lo que seguía. Acostumbrado a un frío seco, no pensé que fuera a tener problemas si tenía una camisa y chamarra puesta, pero oh, a la Madre Naturaleza le gusta ponerme en ridículo... El departamento era un congelador, estábamos a 5 grados con humedad en el aire, por lo que se sentía mucho más frío. Eso y el 'aire' de soledad y desesperanza que daba mi cuarto sin muebles aumentaba el frío x9000 veces. Por suerte, mi roomie tenía una cobija y un futón* de sobra, por mientras. Después descubriría que ni de chiste eso iba a ser suficiente.
Fue una noche en la que experimenté literalmente lo que es c%garse de frío. No podía ni apagar la luz por tener miedo a que me fuera a dar más frío sin el calor del foco. Tardé mucho tiempo en conciliar el sueño y para colmo me desperté a las 3 de la mañana, temblando y con la garganta casi destruida. Esto pasó porque.. como todo en Japón, las cobijas están hechas para gente japonesa de estatura promedio (alrededor de 1.75m). Yo mido ligeramente** más que eso y gracias a eso me desperté con los pies congelados. Fue en ese momento que decidí que esto no podía seguir así, que era hora de aplicar el ingenio mexicano: Doble calceta, agarré una chamarra de sobra que tenía hasta el fondo de la maleta, la cerré y me la puse como pantalón, de manera que me cubriera los pies. No era perfecto, pero fue suficiente para mantenerme dormido hasta las 6 ó 7 de la mañana.
Ese día decidí que no volvería a pasar otra noche igual. Así que enfermo y todo, emprendí una búsqueda épica con mi roomie para encontrar una cama/futón que pudiera aguantar este nivel de frío. Y oh, que buena compra fue.
(Aquí va una foto.. pero tengo sueño, la subiré más tarde)
Ah sí, varios días después descubrí cómo funcionaba la calefacción en mi cuarto... bien JPx, muy bien...
*Cama/colchón a nivel del suelo muy usado en Japón.
**mucho
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